Ese rincón

Para acostumbrarme, cada día me acuesto en un lado diferente de la cama. Pero cada maldita mañana me doy cuenta de que, de un modo u otro, acabo en mi lado. En el mío.

¿Mío?

Cómo puede ser así si el otro no es de nadie. ¿Cómo ha pasado de ser nuestro rincón a solo mío?

{no lo sé, dímelo tú}

Resulta gracioso que, sabiendo que es mío, nunca lo será. Sabiendo que este colchón tendrá siempre (always) el olor y roce de ambos. ¿Será cuestión de cambiarlo? Quizá, quemándolo, el fuego lo arrastre todo consigo… Hacia un bucle infinito pero inacabado que revierte la esencia en lo esencial para así renacer.

No…

{no lo creo}

Es más bien cuestión de alma, supongo. Allí donde dos almas se desnudaron mutuamente, siempre (ĉiam) quedará su rastro. Una especie de residuo imposible de borrar. Imposible de olvidar.

Como diría Heráclito de Éfeso: “No encontrarás los confines del alma ni aun recorriendo todos los caminos; tal es su profundidad”. Creyendo eso, en un, llamémosle, lugar con cierta profundidad, deberíamos (yo) creer también en una superficie donde comienza, ¿no? Una zona más accesible en lo que se entiende por tangible y que permite a dos cuerpos conectar de una manera única, especial y bella. En todo su esplendor. Llevando así a dos profundidades a ser un único cosmos.

Si lo piensas (tú…yo) […] Debe ser precioso. Debía serlo. Podría.

{¿lo fue entonces?}

Pensando en la infinidad de nuestro (parece que mío) rincón, me pierdo en el recuerdo ahora frío, doloroso y redundante de lo táctil. De lo tangible al humano. De lo impensable para el alma.

[…]

Pensando en nuestro (definitivamente mío) rincón, lo oscuro me atrapa y se lleva cada molécula de oxígeno, condenando a mi cuerpo a pensar solo (solo) en sobrevivir.

{solo}

[…]

Pensando en nuestro (no lo entiendo, pero… sí, tuyo) rincón, mi mente solo piensa (será que mi mente divaga sola, bajo su propio uso de la razón [enteramente suya]) en un pésimo intento de resurgir, de ver luz. Pensando y repensando en nuestro rincón, sé que por desgracia {¿por desgracia?} no pienso moverme de mi lado. Que pienso mantener el otro lo más puro posible, por si vuelves.

[…]

Pensando, repensando y volviendo a pensar en nuestro rincón, me doy cuenta de que sí, que ahora es mío. Que, por más que piense, nada cambia. Ni siquiera mi forma de pensar.

[…]

¿Mío?

No.

{no}

Nuestro.

-Un cuervo con nombre.