En la oscuridad del pasillo (I)

Llevo despierto una hora, pensando en la pesadilla que he tenido y que no me ha permitido seguir durmiendo. No es la primera vez que ha venido a visitarme. Ni será la última.

Lo cierto es que, imaginándola desde fuera, no parece la típica pesadilla aterradora que hace que te despiertes de un susto y sudando. No es de ese tipo. Es más bien de esas que van haciendo mella poco a poco. De las que te calan en lo más profundo de la mente, generando un temor tan frío e intenso que duele.

Sucede de la siguiente forma:

Me encuentro con mi familia, creo recordar, realizando una tarea cualquiera. Estamos todos hablando de lo cotidiano; la representación de un momento bastante natural. Sin embargo, por alguna razón que desconozco, decido ir a otro lugar de la casa (no mi casa) y salgo al pasillo para acceder a otra habitación, pero me detengo. Se hace el silencio en todo el lugar y la oscuridad se adueña de las paredes que me rodean, siendo esta más espesa al fondo del pasillo. No puedo dejar de mirar en esa dirección. Mis piernas se encuentran firmemente ancladas al suelo; aunque, realmente, no hago movimiento alguno para intentar salir de allí. La negrura del final del pasillo me tiene hipnotizado. Sigo mirando fijamente hasta que consigo ver cómo algo, una figura que no consigo interpretar, comienza a surgir de lo más profundo de las tinieblas. En ese preciso momento surge en mí la verdadera necesidad de huir de allí. El horror se convierte en amo y señor de mi cuerpo. Recorre cada poro de él como lo hace el frío invernal; pequeñas agujas que se te clavan lentamente, desde los pies hasta los ojos, haciendo que no puedas apartar la mirada de ese punto del pasillo. Ese ser no deja de emerger, pero nunca lo hace del todo. Sé que está ahí y él me observa. Estaba esperándome y no va a parar hasta acercarse completamente. La angustia se apodera de mí y cierro los ojos lo más fuerte que puedo…

Aquí despierto y enciendo la luz para poder ver que me encuentro en mi dormitorio, a salvo de cualquier pesadilla que venga a visitarme en sueños; porque las hay que son reales. Tan reales como tú y yo. Pera esas son diferentes, y se puede luchar mejor contra ellas.

El simple hecho de recordar el sueño para plasmarlo aquí, hace que me entren escalofríos. Siempre ocurre de la misma forma, exceptuando que cada vez que me encuentro ahí, estoy más cerca del final del pasillo. Y, en consecuencia, más cerca de esa cosa. No sé qué es ni qué quiere de mí. Aún así, deseo averiguarlo.

Me da pavor que siga acercándose cada vez más a mí, pero creo que es la única manera de ver cómo es y saber si tiene algún mensaje, algo realmente importante que decirme. Espero que llegue ese día. Estaré esperando, con la mente despejada y el blog abierto para escribirlo.

-Un cuervo anónimo.

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